En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la palabra sellamiento se refiere a unir a un hombre y a su esposa e hijos por la eternidad. Ese sellamiento lo puede efectuar solamente en el templo un hombre que tenga el sacerdocio, o sea, la autoridad de Dios. De acuerdo con las creencias de los Santos de los Últimos Días, el sellamiento significa que las relaciones familiares perdurarán después de la muerte si las personas viven conforme a las enseñanzas de Jesucristo. Para los Santos de los Últimos Días, la familia es fundamental en el plan de Dios como la unidad más importante tanto en la tierra como en la eternidad.
Cuando un hombre y una mujer se casan en un templo mormón, la ceremonia se conoce como sellamiento. Posteriormente, al nacerle hijos a esa pareja, se considera que estos están automáticamente sellados a sus padres. Las parejas que se unieron a la Iglesia después de su matrimonio, o quienes no se casaron originalmente en el templo por otras razones, aún tienen la oportunidad de sellar su unión en el templo posteriormente. En esa ocasión se pueden sellar los hijos a los padres. Esas ordenanzas de sellamiento también se pueden efectuar vicariamente por los antepasados fallecidos, uniendo así a las familias a lo largo de las generaciones.
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Jesucristo mismo habló sobre el concepto del sellamiento en el Nuevo Testamento:
“Y al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?…
“Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!
“Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
“Mas yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:13, 16–19).
Los Santos de los Últimos Días creen que esa misma autoridad que se le dio a Pedro le fue otorgada a José Smith en 1829 y de él se ha transmitido hasta el actual profeta y presidente de la Iglesia, Thomas S. Monson. Sólo el profeta puede otorgar a otros hombres el poder para sellar, y existen relativamente pocos hombres que portan esa autoridad en un momento dado.