El obispo es el líder de una congregación local (conocida como barrio) y tiene deberes similares a los de un pastor, un sacerdote o un rabino. En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dicho puesto no es remunerado.
A cada obispo lo ayudan dos consejeros. Juntos, ese obispado supervisa las necesidades espirituales y sociales de los miembros de su barrio. El obispo ayuda a cada uno de los miembros de su congregación en su afán por seguir a Jesucristo. Además de asuntos espirituales, el obispo ayuda a los miembros que tengan problemas económicos o de otra índole para que lleguen a ser autosuficientes a través de la ayuda de bienestar. El obispo también supervisa asuntos prácticos como los registros, los informes, las finanzas y el centro de reuniones.
Normalmente los obispos prestan servicio durante unos cinco años. Los obispos rinden informes a los presidentes de estaca, y estos líderes locales tienen una gran autonomía local para tomar decisiones con respecto a los miembros de sus barrios y estacas.