Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días donan el diez por ciento de sus ingresos a la Iglesia, y de esa forma ponen en práctica el principio bíblico del diezmo.
El diezmo se conoce desde los tiempos del Antiguo Testamento; por ejemplo, en Génesis 14:17‒20 está registrado que Abraham pagaba diezmos a Melquisedec. En la actualidad, el dinero del diezmo se utiliza para varios propósitos, como son la ayuda humanitaria y la construcción de centros de reuniones y de templos. Con el dinero del diezmo también se costean los gastos operativos de la Iglesia y se contribuye a financiar los programas misional, educativo y genealógico de la Iglesia.
Los Santos de los Últimos Días entregan sus donaciones del diezmo a los líderes locales, los cuales envían el dinero a las Oficinas Generales de la Iglesia en Salt Lake City, Utah, donde un comité determina los usos específicos de los fondos. El comité está compuesto por la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y el Obispado Presidente.
Al igual que los miembros de muchos otros credos religiosos, los Santos de los Últimos Días creen que por el pago del diezmo se muestra gratitud a Dios y se reciben bendiciones tanto temporales como espirituales.