La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cree en la santidad de la vida humana. Por lo tanto, la Iglesia se opone al aborto electivo por motivos de conveniencia personal o social, y aconseja a sus miembros que no se sometan a un aborto, ni que lo lleven a cabo, ni que paguen ni hagan arreglos para que se realicen tales abortos.
La Iglesia concede posibles excepciones a sus miembros cuando:
- El embarazo es resultado de una violación o un incesto o
- Un médico competente determina que la vida o la salud de la madre está en serio peligro o
- Un médico competente determina que el feto tiene defectos graves que no permitirán al bebé sobrevivir después del nacimiento.
La Iglesia enseña a sus miembros que incluso estas raras excepciones no justifican el aborto en forma automática. El aborto es un asunto sumamente serio y debe considerarse solamente después de que las personas afectadas hayan consultado con sus líderes eclesiásticos locales y sientan mediante la oración personal que su decisión es correcta.
La Iglesia no se ha mostrado a favor ni en contra de las propuestas legislativas ni de las manifestaciones públicas en cuanto al aborto.